domingo, 1 de marzo de 2015

NOSOTROS LOS CERDOS


Puedo imaginar a un ciudadano alemán, holandés, noruego, sueco o de cualquiera de esos países que, según dicen, no han despilfarrado sus recursos, leyendo en la prensa que nosotros los 'pigs', los cerdos, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades a base de prestamos que ahora toca devolver perdiendo derechos que las leyes de esos mismos países reclaman como básicos y universales. Puedo imaginar a ese cándido y honrado ciudadano relajarse orondo y satisfecho de no pertenecer a uno de esos países de cerdos.
 
Inmediatamente después, sin querer indagar el porqué, lo que me viene a la cabeza son aquellas imágenes de Europa cubierta de millones de cadáveres, ciudades completamente arrasadas y a los supervivientes deambulando entre los escombros con la vista perdida en un abismo de horror y locura. 

Luego ese mismo ingenuo ciudadano saldrá a pasear su perrito por calles perfectamente limpias, ordenadas y seguras, reconfortado por la idea que a él nunca le faltará la asistencia médica, de que sus hijos podrán estudiar cuanto sean capaces y de que las leyes de su país siempre le protegerán contra el abuso de los patrones. Exactamente con el mismo orgullo nacional con que su abuelo paseó por esas mismas calles, sabiendo que él no era judío o gitano o negro.


En aquellos tiempos, los de nuestros abuelos, la clave era la raza y todo un ensartado de estupideces a las que disfrazaban de teoría científica. Hoy en día la palabra mágica es 'economía' y todo un ensamblado de mentiras que nos presentan como verdades científicas, es decir, inapelables.


La primera mentira es que la economía de cada nación es una responsabilidad de esa nación, cuando todos sabemos que los políticos elegidos para dirigir un país pintan muy poco en las decisiones económicas de sus correspondientes 'soberanías nacionales'.


La segunda mentira es lo que denominan 'deuda nacional', cuando todo el mundo sabe que a quien están obligando a pagar esa 'deuda' no es a las naciones sino a una parte de ellas, a la mas débil y desfavorecida.


A continuación se empeñan en hacernos creer que la estructura económica es un fenómeno natural, como la gravedad o la estructura atómica, cuando todos sabemos que hay muy pocas cosas tan artificiales como la organización de la economía.


Por fin, la cuarta mentira, entre otras muchas y muy gordas, consiste en la pretendida inocencia de los prestamistas en la actual situación de 'quiebra económica' de los países cerdos. ¿No sabían a quien prestaban dinero? ¿No sabían que con las políticas fiscales de nuestros países, que permite a los ricos no pagar prácticamente ningún impuesto, era imposible devolver esos préstamos?


Sin embargo, ahora, cuando quieren a toda costa recuperar esos dineros e intervienen nuestros países, sin el más mínimo respeto a la pretendida 'soberanía nacional', lo que exigen no es que los ricos paguen los impuestos que les corresponden, sino que se desmonte todo nuestro sistema de protección social, privatizando los servicios de manera que, lo antes posible, sólo quien tenga dinero pueda disfrutarlos, que se bajen los sueldos para que suban los beneficios y que las condiciones de crédito sean tan exigentes que lo hagan, a la práctica, inalcanzable para los trabajadores y las pequeñas empresas. ¿Qué clase de soluciones son esas que sumen a la población en el paro y la miseria?


Más que una solución parece, o efectivamente lo es, una imposición ideológica. Más bien parece que, muy al contrario de lo que dicen esos periódicos que nuestro honrado ciudadano lee, se trata de una nueva 'solución final' donde unos, los más, callan y trabajan y otros, los menos, se adueñan de ese trabajo sin traba ninguna. Más que un problema de naciones parece un problema de clases, de las clases que esos medios de comunicación niegan una y otra vez. Un problema de pobres y ricos. Más parece que en vez de solucionar nada, esos 'gurús' de la 'economía', el FMI, el BCE, y la UE, lo que hacen es dar argumentos a los ricos de nuestros países cerdos para perpetuar y perfeccionar un sistema que les permite eludir cualquier responsabilidad fiscal, cuando la verdadera solución sería todo lo contrario.


Y si eso les funciona con nosotros, los cerdos, ¿qué puede impedir que les funcione en esos países cuyos ciudadanos, dicen, no han vivido por encima de sus posibilidades? Se trata de un botín muy sustancioso y su lógica, nosotros los cerdos lo estamos comprobando, es la del máximo beneficio por encima de justicias, naciones o cualquier otra de las monsergas con que suelen deslumbrar a los honrados ciudadanos que ellos llaman 'clases medias'.


El argumento de esos solucionadores tan peculiares es que no tienen por qué subvencionar ese vivir por encima de nuestras posibilidades, de la misma manera que, allá por los años treinta, su argumento era que no tenían por qué mantener a judíos, gitanos o negros. El argumento parece incontestable, tanto, que fácilmente puede llevarlos a preguntarse el porqué tienen ellos que mantener el alto nivel de vida de las 'clases medias', las de sus honrados países y la de los cerdos, incluso pueden ir más allá y preguntarse para qué necesitan 'clases medias'.


Efectivamente el argumento es incontestable, algo que, nosotros los cerdos, hemos tenido y tenemos largas horas sin trabajo para asimilarlo: ¿Por qué tenemos los trabajadores, los ciudadanos honrados, las 'clases medias', las de aquí y las de allá, que mantener a los ricos de aquí y de allá, a esa caterva de inútiles que ni siquiera pagan impuestos?
  
Juanma.

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