sábado, 26 de febrero de 2011

DONDE LA CIUDAD DUERME

Donde la ciudad duerme
Aquí al norte de la ciudad de Barcelona (rompiendo tópicos ya que se suele decir que en el norte es  donde se genera la  riqueza lo contrario que en el sur que  es la pobreza), al otro lado de la montaña,  como si fuéramos un apéndice molesto de la gran ciudad, está nuestro barrio, acompañado de Torre Baró y Vallbona también lejos del recuerdo,  de la gran ciudad de los sueños olímpicos y grande eventos.
Aquí donde la humedad es tan elevada que hay días que las calles nadan en el agua y no hay rastro de nubes en el horizonte, donde sirva el recuerdo y la redundancia que ni para los muertos  era apto el terreno por su humedad, los vivos dormitamos, mirando pasivamente a nuestro alrededor y soñamos con el calvo de la lotería o con lluvias de ranas y sapos encantados que tras el beso nos libere de la precariedad que nos rodea.
Aquí adormecidos por el letargo invernal, olvidados de las administraciones, durante el largo periodo, que en estas latitudes suele durar cuatro años, por aquello del ciclo electoral, sobrevivimos esperando los milagros que no llegan.
  Aquí donde pasa algún político en tiempos de elecciones (sí está muy necesitado de votos, en caso contrario ni eso) y que en el mayor de los casos  suele ser la primera vez que pisa el barrio, y una vez que lo conoce solo le queda por decir «miraré lo que puedo hacer».
Aquí que nos conformamos con solo cuatro promesas  y que les damos a cambio nuestro votos y nuestra fe, a sabiendas de que no las cumplirán pero con la esperanza  de que un día puedan ser  realidad.
Aquí tras el alma dormida de la ciudad, aun quedan corazones despiertos, soñando con ese mundo mejor que aleje penas y desdichas y convierta nuestro barrio en la ciudad jardín que en alguna ocasión vimos anunciado en algún panfleto.
F. Bravo

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